23/10/14

O Anfiteatro Flavio e "Los asesinos del Emperador"


Santiago Posteguillo na súa novela "Los asesinos del emperador" fai a seguinte descrición do Coliseo (aínda non era sía chamado popularmente) no día da súa inauguración  polo emperador Tito, fillo de Vespasiano.

Capítulo 71
“La inauguración del Anfiteatro Flavio

Roma, 80 d.C.

El anfiteatro Flavio se alzaba desafiante y orgulloso en el corazón de Roma. (…)

Habían hecho falta diez años de constantes trabajos para poder inaugurar aquella mole de piedra. El mayor anfiteatro del mundo se erigía en tres grandes plantas exteriores, que, a su vez, se subdividían en el interior en más pisos donde el pueblo encontraba acomodo, más próximo o más alejado a la arena, de acuerdo a su clase social: el emperador y los senadores en un primer nivel; los oficiales de la guardia pretoriana, del ejército y de otros cuerpos armados y los diferentes servidores del Estado en un segundo nivel; los soldados y los ciudadanos en general en el tercero; más arriba los pobres y los esclavos y, finalmente, en el último piso, las mujeres, con excepción de las sacerdotisas vestales o de las mujeres de la familia imperial que, por supuesto, estaban en el primer nivel.
Reconstrución da fachada co cuarto piso xa engadido

Cada uno de los tres pisos exteriores se asentaba sobre ochenta arcos y en cada arco se alzaba hermosa una estatua.

El público se arracimaba por centenares, por miles, en cada una de las setenta y seis puertas que daban acceso al gigantesco recinto. (…) No cabía tanta gente como en el circo Máximo, eso era cierto, pero era una obra imponente en su aspecto exterior por su infinita altura y porque, además, en su interior iban a poder presenciarse los más terribles, a la par que audaces, combates de gladiadores, bestiarii y ejecuciones de todo tipo.

(…) Ochenta arcos y, en ellos, setenta y seis puertas para el pueblo. Así quedaban cuatro arcos más para cuatro puertas especiales: una destinada para uso particular del emperador y su familia, otra para las vírgenes vestales y los principales sacerdotes y, por fin, la Puerta de la Vida y la Puerta de la Muerte, que conducían directamente hasta la mismísima arena del centro del edificio. Por la Puerta dela Vida saldrían los gladiadores a luchar y por la Puerta de la Muerte saldrían retirados los cadáveres de los gladiadores muertos o de los presos ejecutados.”

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