Xa vos teño falado do Arco de Tito mais imos ler como Santiago Posteguillo no capítulo 61 da
súa obra "Los asesinos del emperador" describe a entrada en Roma de Tito e das riquezas saqueadas en
Jerusalén e que logo serán esculpidas nos relevos historiados do interior do arco.
“Roma, primavera de 71 d.C.
El triunfo de Tito fue colosal. Miles y miles de libras de
oro y plata, de joyas y alhajas de todo tipo y de decenas de objetos sagrados
para los judíos –como la Menorá, el gran candelabro de siete brazos de oro
macizo que, desde tiempo inmemorial, había estado preservado de todo y de todos
en el Gran Templo de Salomón, de donde lo sacaron los legionarios de Tito antes
de que fuera consumido por las llamas- desfilaron ante los asombrados ojos de
los romanos.
La exhibición resultó apabullante, admirable, casi cegadora para
todos los que atestaron las calles de Roma aquella mañana. Y no sólo eso, sino
que además se pasearon cubiertos de cadenas a varios centenares de judíos,
sicarios y zelotes, apresados en los últimos días del gigantesco asedio de
Jerusalén. (…) El pueblo estaba exultante, enfervorecido por una victoria de la
que ahora paladeaban ese regusto feliz que daba ver enormes riquezas y ejércitos
rendidos a los pies de su César, primero, y del emperador, después….
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