Atenas, noviembre de 430 a.C.
Enseguida llegaron a la inmensa escalinata de piedra que
ascendía hasta la Acrópolis. Tenía una longitud de cien pasos y una anchura de
treinta, y estaba dividida en dos por una rampa lisa por la que subían los
carros. Eurímaco y Perseo comenzaron a ascender los escalones con la mirada
puesta en los Propíleos, la monumental puerta de entrada a la Acrópolis. Las
obras se habían interrumpido bruscamente hacía un par de años, pero el conjunto
estaba casi terminado. Los propíleos semejaban la entrada a un templo, con seis
grandes columnas y un frontón construidos con mármol del monte Pentélico.
Aunque carecían de decoración escultórica en el friso y el frontón, su
apariencia era similar a la de la fachada principal del Partenón y eso
incrementaba la sensación de armonía que transmitía el conjunto de la
Acrópolis.
Los atenienses que ascendían la escalinata junto a ellos
iban en silencio o conversaban en voz baja. A través de los Propíleos se
penetraba en el recinto sacro de la Acrópolis, y aquella puerta parecida a un
templo reforzaba la impresión de acercarse a un área sagrada.
La estructura de los Propíleos incluía una prolongación
perpenticular en cada lateral: dos edificaciones más pequeñas que flanqueaban
el portal de entrada y a las que también se accedía a través de columnas.
Eurímaco señaló uno de los muros del conjunto.
-¿Ves esos salientes en los bloques de mármol de la pared?
-Sí, parecen adornos.
-Puede ser , pero no deberían estar ahí. Los obreros no los
quitaron porque los trabajos de construcción se pararon de golpe cuando empezó
la guerra. ¿Sabes para que sirven? –Perseo negó y esperó a que continuara. Le
encantaba que su padre le explicara cosas-. Se pasa una cuerda por debajo de
ellos y así se levantan los bloques para ponerlos en su sitio. Los salientes se
tallan en la cantera de mármol, en el Pentélico, cuando se da forma a los
bloques. Después de colocarlos en su posición definitiva, hay que quitar los
salientes para que el muro quede liso.
Perseo observó con detenimiento los bloques de mármol y
luego se volvió hacia la parte inferior de la escalinata.
-¿Cómo suben hasta aquí esas piedras tan grandes? ¿Y cómo
las traen desde el Pentélico?, ¿en carros?
-Muchas veces en carros, y otras
rodando.
-¡¿Cómo van a traer rodando bloques cuadrados?! –Perseo estaba
seguro de que su padre le estaba tomando el pelo.
-No es como te imaginas. –Eurímaco rio-. Tú mismo lo has
visto alguna vez, lo que pasa es que eras muy pequeño y no te acuerdas. Se
puede encajar un disco de madera en cada extremo del bloque, luego se meten
unas pequeñas barras de metal en los laterales, a modo de eje central, y se
pone en una estructura de madera de la que pueden tirar unos bueyes haciendo
que el bloque de mármol ruede.
Marcos Chicot. El asesino de Sócrates. Barcelona, Círculo de
Lectores, 2016, pp. 177-178.
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