Volvo hoxe a copiar un texto de Murado sobre a "Invención do pasado". Nesta ocasión sobre o famoso cadro de Velázquez.
Velázquez. A rendición de Breda. Ca. 1635, óleo sobre lenzo, 307 x 367 cm. Museo do Prado
“… Tomemos el cuadro
de La rendición de Breda de
Velázquez, también conocido como Las lanzas.
Puesto que es contemporáneo de los hechos y el pintor tuvo acceso a testimonios
directos, es fácil caer en la tentación de considerarlo una ilustración
realista de lo que ocurrió. De hecho, se ha utilizado para estudiar la
indumentaria y el armamento de los tercios de Flandes. En una película reciente
(Alatriste, 2006) se hace una cita
literal del lienzo, reconstruyéndolo cuidadosamente, en parte como guiño al
espectador, pero también, de una manera ambigua, como una introducción de un
elemento de “verdad” en el relato.
Sin embargo, en
tiempos de Velázquez, esas lanzas que dan título al cuadro y que dominan la
composición habían desaparecido de los campos de batalla hacía ya muchos años.
A pesar de la conocida expresión popular de “poner una pica en Flandes”, las
picas habían sido sustituidas tiempo atrás por arcabuces. Velázquez pintó
lanzas únicamente porque esta era una arma de caballero, menos moderna y por
tanto más noble. No es un cuadro documental sino, como tantas obras de
apariencia realista en la historia del arte, una alegoría. Es la misma razón
por la que aparecen lanzas también en otros cuadros contemporáneos, como El socorro de Breisch de Giuseppe
Leonardo. Se trata de toda una advertencia para los que creen haber
“confirmado” un dato al encontrarlo en más de un cuadro.
Pero La rendición de
Breda aún nos guarda otra sorpresa más: como sucede con la rendición de Bailén,
el hecho que narra no ocurrió No hubo entrega de la llave de la ciudad ni
homenaje caballeroso a los derrotados, porque no hubo derrotados. Ni siquiera
hubo batalla. En Breda se llegó a un acuerdo mutuamente favorable según el cual
a las tropas holandesas se les dejaba el paso franco a cambio de abandonar la
ciudad en manos de las fuerzas imperiales. Según los testimonios de los
presentes, Spínola se limitó a contemplar
la salida de los defensores sin más ceremonias. Un general que estuvo
allí, Carlos Coloma, describió con sorpresa el contraste entre las tropas
holandesas, aseadas y bien vestidas, y la “miseria y desnudez” de las fuerzas
imperiales, exactamente lo contrario de lo que refleja la tela velazqueña.
Sabemos que circularon
críticas por la decisión de Spínola de no luchar y es muy posible que el cuadro
de Velázquez, encargo directo de la Corte, no fuese más que un intento
propagandístico de reescribir el episodio y convertir así en un acto de
generosidad lo que algunos empezaban a
insinuar que rozaba la cobardía y la traición. Desde luego, Velázquez no debió
considerarlo un trabajo importante porque se inspiró sin más en un grabado de
Jacques Callot.
NOTA: Na galería on-line do Museo do Prado hai información sobre a anterior ilustración. Tamén no mesmo lugar podedes ver a visión desta obra do propio museo. Igualmente na Wikipedia podes ler información contraditoria en relación co aquí exposto sobre as picas.
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