El País Semanal agasállanos hoxe cunha magnífica reportaxe de Miguel Mora sobre a última gran obra de Barceló. Lee, por favor, o texto completo no xornal.
"Mil cuatrocientos metros de superficie. 35.000 kilos de pintura. Y más de nueve meses para crear un planeta, un mar, una cueva. Entramos en la última gran obra del pintor Miquel Barceló. Su 'Capilla Sixtina', en la cúpula de la Sala de los Derechos Humanos de la ONU de Ginebra.
Una acuarela del diario de a bordo que Miquel Barceló ha escrito y pintado durante sus nueve meses de estancia en Ginebra muestra a un mono vestido de astronauta que pinta de espaldas con una enorme manguera. Ese autorretrato resume el espíritu que ha animado al artista mallorquín a cumplir el reto de pintar la cúpula de la sala de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra. El techo era un gran desierto blanco de 1.400 metros cuadrados. Ahora es un inmenso mar agitado y una cueva.
Desde abajo, la cúpula parece un planeta, o varios distintos. Si uno se va sentando en cada una de las 700 butacas de la sala, desde cada una ve una cosa diferente. De arriba cuelgan cientos de estalactitas de hasta dos metros de altura, mientras una gigantesca corriente marina desplaza siete olas en dirección Sur-Norte, África-Europa, y 26 colores estallan abriéndose a varias miradas y lecturas, de la prehistoria a la carrera espacial.
"Es una cueva que se mueve y un mar que también se está moviendo", explica Barceló (Felanitx, 1957). "La cueva es una metáfora del ágora, el primer sitio de reunión del hombre, el gran árbol africano donde sentarse a hablar, y el único futuro posible: diálogo, derechos humanos. El mar es el pasado, origen de las especies, y la promesa de un futuro nuevo: la emigración, el viaje... Me gusta esa polimetáfora, y creo que es posible que el futuro sea así: una cueva y el mar".
(…)
La libertad implica trabajar los lienzos en todas las posiciones posibles, y en ese sentido (boca arriba), la cúpula de Ginebra ha sido para Barceló un gran laboratorio donde experimentar la pintura en gravedad. Tan grande como frustrante, durante los primeros meses. "Pasamos seis meses investigando y sin poder trabajar. No encontrábamos la forma de hacer las estalactitas. La pintura se rompía o no agarraba bien, o salían muy pequeñas o demasiado blandas. El jefe del equipo de investigación me decía que usara yeso, que ellos me hacían los moldes, pero no quise. Lo falso se nota siempre. Tenía que ser pintura, pero ninguna servía. Estuve a punto de tirar la toalla varias veces".
Por suerte, explica, el Gobierno español resistió sin quejarse la imaginable presión de la ONU. "Tengo que agradecerles la paciencia, porque no había un plan B y pasamos allí tres estaciones, de septiembre a junio. Al revés, siempre me animaron. Zapatero y Moratinos, que fue quien me llamó, visitaron la sala y, aunque no avanzaba, nunca se quejaron".
La idea inicial partió de la ONU. En 2005, durante una visita de los Reyes a Ginebra, Naciones Unidas pidió a España que realizara una segunda contribución artística al palacio de las Naciones, tras los murales que hizo Josep María Sert en tiempos de la República.
En 2007, el Ministerio de Exteriores creó una fundación mixta, ONUART, con sede en Ginebra, y un patronato que captó fondos de varias empresas, entre otras, Repsol, Telefónica, La Caixa e Indra. El proyecto se basaba en una suma de conceptos: encargar la reforma de la sala XX a Barceló, rebautizarla como Sala de los Derechos Humanos y de la Alianza de Civilizaciones, y utilizar I+D con DNI español."
Texto e Fotos vía: El País Semanal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario