Ultimamente estoume facendo
un deborador de novela negra nórdica. Na primeira obra que lle deu gran fama, a escritora sueca Camilla Läckberg
describe a presenza dunha das súas protagonistas nunha galería de arte:
“Tal y como indicaba el
nombre de la galería, todos los cuadros eran de estilo abstracto. Cubos,
cuadrados, círculos y figuras extrañas. Erica ladeó la cabeza y entrecerró los
ojos en un intento de detectar qué era lo que un experto en arte vería en
aquellas figuras que escapaban por completo a su entendimiento. Pero no, no
seguís viendo más que cubos y cuadrados que, según ella, podría haber plasmado
un niño de cinco años. De modo que no le quedó más alternativa que aceptar que
aquello quedaba fuera de su alcance.
Se encontraba ante un enorme
cuadro rojo cuyo lienzo aparecía dividido en diversas partes amarillas
distribuidas de forma irregular ccuando oyó a su espalda los pasos de Francine,
en sonoro taconeo sobre el tablero de ajedrez del suelo.
-¿No es maravilloso?
-Sí, bueno, claro, es bonito.
Pero si he de ser sincera, no estoy muy familiarizada con el mundo artístico. A
mí me parece que los girasoles de Van Gogh son bonitos, pero ahí,
aproximadamente, terminan mis conocimientos".
Prefiro non facer comentarios sobre este parágrafo.
Camilla Läckberg. La
princesa de hielo. Madrid, Embolsillo, 2011, páx. 41.
Imaxe vía Wikipedia.
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