"Velázquez pintó el retrato de Don Juan de Austria a la misma edad que tiene el inglés que lo contempla sobrecogido. En su día formaba parte de una colección de bufones y enanos destinada a adornar las estancias reales. Que alguien pudiera encargar a un gran artista los retratos de estos seres patéticos para luego convertir los cuadros en objeto preeminente de decoración puede resultar chocante en la actualidad, pero no debía serlo entonces y, en definitiva, lo importante es que el extraño capricho del Rey dio origen a estas obras tremendas. A diferenccia de sus compañeros de colección, el individuo apodado Don Juan de Austria no tenía empleo fijo en la corte. Era un bufón a tiempo parcial, contratado ocasionalmente para suplir una ausencia temporal o para reforzar la plantilla de enfermos, idiotas y dementes que divertían al Rey y a sus acompañantes. Los archivos no conservan su nombre, sólo su mote extravagante. Equipararlo al más grande militar de los ejércitos imperiales e hijo natural de Carlos V debía formar parte del chiste. En el retrato, el bufón, para hacer honor a su nombre, tiene a sus pies un arcabuz, un peto, un casco y unas bolas que podrían ser balas de cañón de pequeño calibre; su vestimenta es regia, empuña un bastón de mando y se cubre con un sombrero desmesuradamente grande, ligeramente torcido, rematado por un vistoso penacho. Estas prendas sustuosas no encubren la realidad, sino que la ponen de manifiesto: de inmediato se advierte un bigotazo ridículo y un ceño fruncido que, con unos siglos de antelación, le asemejan un poco a Nietzsche. El bufón ya no es joven. Tiene las manos recias; las piernas, en cambio, son delgadas e indican una complexión frágil. La cara es en extremo enjuta, los pómulos prominentes, la mirada esquiva, desconfiada. Para mayor burla, detrás del personaje, a un lado del cuadro, se entrevé una batalla naval o sus secuelas: un barco en llamas, una humareda negra. El auténtico don Juan de Austria había mandado la escuadra española en la batalla de Lepanto contra los turcos, la más grande gesta que conocieron los siglos, en palabras de Cervantes. La batalla del cuadro no queda clara: puede ser un fragmento de realidad, una alegoría, un remedo o un sueño del bufón. El efecto pretende ser satírico, pero al inglés se le nublan los ohjos al contemplar una batalla descrita con una técnica que se adelanta a toda la pintura de su época y que utilizá Turner con el mismo fin".
Eduardo Mendoza. Riña de gatos. Madrid, 1936. Barcelona, Planeta, 2010, páx. 20 e 21. Créditos da imaxe. Biografía de Diego Velázquez, comentario sobre o cadro e información sobre as distintas ubicacións do cadro.
2 comentarios:
Que ben, Antonio! Os meus alumnos veñen de rematar unha quincena de investigación sobre o s. de Ouro e houbo dous grupos que traballaron a pintura. Quedaron fascinados/as por Velázquez.
Asíq voulles pór un enlace para que lean isto.
Grazas.
Olga na etiqueta "Pintura barroca" atoparás máis información e vídeos sobre este xenial pintor. Saúdos.
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