7/1/09

A Torre Mapfre de Madrid: o novo teito de España


FOTO DE CARLOS CARRIÓN Y JUAN MILLÁS
Contra viento y `mareo´... Dos operarios trabajan en la cumbre de la torre, en agosto de 2007, antes de ser encristalada. El viento, a veces de 130 km/h, paraba la obra con sólo superar los 60.

La Torre de Cristal de Mutua Madrileña, el edificio más alto en nuestro país, ultima detalles en la recta final de su andadura, iniciada en 2004. Así se levantó, paso a paso, el nuevo techo de España.

Recorro un cuarto de kilómetro hacia el cielo y me encuentro entre árboles de 12 metros. No es un sueño. O sí: el de César Pelli, el arquitecto argentino que diseñó esta torre de cristal, el punto edificado más alto de España, coronado entre las nubes con un jardín vertical de Patrick Blanc, el botánico y paisajista francés que secuestra nuestra mirada desde una de las paredes del CaixaForum, en el paseo del Prado, y, ahora, desde el punto culminante de este espectacular rascacielos.

He subido hasta aquí en un montacargas rojo, especialmente diseñado para este tipo de obras, montado con precisión naviera: es vital no hundirse, mantenerse a flote. Pienso entonces en lo único posible a estas alturas –el vértigo– y, una vez más, en aquella teoría según la cual quienes lo padecen no miran hacia abajo porque teman caer, sino tirarse, atraídos por el abismo, fascinados por él. Abajo, Madrid se vuelve una maqueta; los coches, puntos; los edificios, bloquecitos Lego. El mundo pierde gravedad. En todas sus acepciones.

Vértigo dan también las cifras de esta edificación que, acabada en punta, redondea los 250 metros. Clavados. Como ella misma en el cielo de Madrid, a casi 1.000 del nivel del mar. Su propietaria –la aseguradora Mutua Madrileña– ha gastado más de 400 millones de euros en levantarla aquí, al final del paseo de la Castellana, en los terrenos de la antigua Ciudad Deportiva del Real Madrid, como piedra fundacional de la Cuatro Torres Business Area, el nuevo distrito financiero de la capital, al estilo de la city parisina, en La Défense, lejos de los Elíseos, al salir de la ciudad. A diferencia de las otras tres, esta torre es la única dedicada en exclusiva al alquiler de oficinas, las cuales, si la crisis no lo posterga, podrían estar ya ocupadas en el primer trimestre de 2009. Llegarían entonces los primeros ejecutivos de los más de 3.000 que es capaz de albergar.

Las excavaciones comenzaron en agosto de 2004: se removieron 90.000 metros cúbicos de tierra para vaciar la zona en la que hoy reposan las seis plantas subterráneas destinadas a los sótanos y a las 1.250 plazas de parking.

Poco después, a comienzos de 2005, se iniciaron la cimentación y la estructura, recubierta de cristal: 44.000 metros cuadrados, el equivalente a seis campos de fútbol. No es, sin embargo, un edificio hermético: cuenta con 4.600 ventanas, cada una de 1.000 kilos, `izadas´ con las también mastodónticas grúas utilizadas durante todo el proceso: una, de 270 metros; la otra, de 290.

Con semejantes cifras, es fácil imaginarlo: limpiar los cristales de esta torre requiere algo más que paciencia y buenos brazos. Para empezar, se necesitan 300 litros de lavavajillas mezclados con amoniaco y estar habituado a este trabajo. Mutua Madrileña construyó para la tarea una especie de `góndola´, siempre guardada en lo más alto de la torre, que se descuelga por la fachada permitiendo así que los operarios la limpien, cristal por cristal, de arriba abajo.


Finalmente, en mayo de 2007 se finalizó la estructura de hormigón: 40.000 metros cúbicos –se llenarían con ellos tres piscinas olímpicas– y se utilizaron, además, 4,5 millones de ladrillos y 250 kilómetros de cable eléctrico: la distancia entre esta torre y Zamora... Se instalaron, a su vez, 26 ascensores.


Todo ello empleó a casi 1.000 trabajadores de las más diversas nacionalidades, coordinados en una primera etapa por Francisco García Castelo y luego, hasta hoy, por Juan Diego Carrasco, el actual gerente de la torre. A sus órdenes, los trabajadores –una media de 500 cada día– acabaron una planta por semana: 52 en total, 46 de oficinas. Cada jueves se reunían los responsables de las 40 empresas adjudicatarias de las tareas específicas por ejecutar con sus correspondientes equipos de especialistas: gruistas, montajistas de estructuras metálicas, fontaneros, electricistas, expertos en conductos, pintores, operarios varios...

Al final se firmaba un acta, de carácter contractual. Todo, por escrito y firmado. Nada queda librado a posibles malos entendidos; mucho menos cuando en obras de esta magnitud surgen ciertas ejecuciones complejas que, en la jerga albañil, son conocidas como las típicas cosas `psicodélicas´: operaciones que nadie entiende y que alguien debe explicar a todos. ¿Un ejemplo? En determinado momento se pidieron unos morteros para introducir debajo de unas placas de 100 megapascales: 1.000 kilos por centímetro cuadrado. Inexistentes en el mercado; lo máximo, era de 800 kilos. Se acabó haciendo, claro, pero hubo que desarrollarlo especialmente. Este tipo de obras generan su propio I+D. La `guinda del pastel´ –el jardín vertical de Patrick Blanc– bien podría ser considerada otra particularidad `psicodélica´: abarca unos 600 metros cuadrados de extensión e incluye 24.000 plantas de 43 especies distribuidas a un nivel de densidad de 40 plantas por metro cuadrado. El propio Blanc –nacido en París, en 1953, doctor en Botánica e inventor y propietario de la patente del muro verde– ha seleccionado las especies de flores, atendiendo no sólo a criterios estéticos, sino de adaptación al entorno. La complejidad fue tal que algunas de las especies han sido traídas desde lugares tan remotos como la China y los Himalayas tibetanos.

Pese a que desde Mutua Madrileña informan de que no se podrá visitar, el jardín vertical ya puede verse desde el paseo de la Castellana y la M-30. La torre cuenta, además, con un sistema de regulación lumínica: un balastro electrónico que, según la luz natural de cada lado y cada planta, disminuye el consumo de la luz artificial manteniendo siempre un mismo nivel lumínico en todo el bloque, por mucho que la planta 12 esté bajo las nubes y la 46, por encima de éstas, a pleno sol. Destaca también el sistema antisísmico: un terremoto en Madrid no entra en ningún cálculo, pero, de haberlo, lo resistiría, como hoy los vientos de hasta 130 kilómetros por hora que pasan a esta altura.

Diego Bagnera

Vía XL Semanal.

6 comentarios:

Duncan de Gross dijo...

Es simplemente impresionante, y bello.

Antonio Martínez dijo...

Es la segunda entrada que le dedico al nuevo skyline de Madrid. Impresionante: SI; Bello: SI; Justificable: no sé.

Antonio Martínez dijo...

Es la segunda entrada que le dedico al nuevo skyline de Madrid. Impresionante: SI; Bello: SI; Justificable: no sé.

Antonio Martínez dijo...

Es la segunda entrada que le dedico al nuevo skyline de Madrid. Impresionante: SI; Bello: SI; Justificable: no sé.

Loly dijo...

Juasssss,
Por triplicado, si señor, para que no haya malentendidos.
Es la segunda entrada que dedicas al nuevo skyliney madrileño y, aunque impresionante y bello, dudas de su justificación.
Lo he entendido, no?
Bicos

Antonio Martínez dijo...

Collo indirectas. Comprendíchelo perfectamente, querida Loly.